Corri por el pasillo hasta la puerta y la derribo de una patada mirando la sala, estaba vacia, solo habia una ventana abierta, no podia creerlo. Corri hacia ella y se tiró por la ventana del piso 93, dio un salto mortal verticalmente a lo largo del rascacielos. Rápidamente se ajusto a la alterada superficie del campo de batalla y saltó al vacío con una pierna flexionada, y con la otra pateó a su agresor directamente en el pecho.
Mi enemigo se resbaló, pero recuperó la posición en segundos, renunciando a cualquier intento por apoyarse en el cristal resbaladizo del edificio que se encontraba debajo de él. En cambio, balanceándose en el aire, hizo un ademán a alguien que estaba detrás de mi. Un vistazo a las ventanas que se hallaban bajo mis pies lo confirmó la presencia de dos enemigos más. Con la parte de atrás de la chaqueta empapada de sudor, sacó un par de pistolas de las fundas sujetas con una correa alrededor de sus muslos y giró con rapidez, las armas a punto, tratando de conseguir un poco más de espacio.
El cielo se desdibujaba en un arco iris luminoso a medida que giraba; la oscuridad de la noche tornaba más vividas las luces que entraban a raudales. Proyectadas hacia el mundo humano en el ámbito callejero, provenían de una flota de proyectores de publicidad móvil. Ondas de vídeo, holográficos, láseres multicolores: todos trataban de vender una cantidad aparentemente interminable de deseos y curas. Las luces incomodaban y distraían a sus adversarios, a sus presar pero se había entrenado en el exterior lo suficiente, para poder ignorarlas cuando fuera pertinente.
Los tres adversarios que se movían a su alrededor estaban, armados con navajas, y ya sabía por experiencia que eran poderosos y hábiles. Bueno, el tamaño y la cantidad no iban a poder contra la fuerza y agilidad inherentes a su sangre, de modo que, en el peor de los casos, estaban igualados. Se centró y se movió para matar, dirigiendo una ola de golpes a los tres hombres mientras danzaba por el aire.
Hasta que uno sacó un arma de la pistolera del hombro y disparó. Sorprendida, se aleje tambaleándome y golpeó con la rodilla la parte superior de una valla publicitaria precipitandome al vacio.
Conduzco alejandome, me paro en el cruce y apago el motor, no puedo hacerlo, no puedo matarle. No sabe quien soy, no sabe que hago realmente, no...Un golpe seco en mi capo, abro los ojos y miro hacia el frente hay alguien alli, una gabardina negra, un traje oscuro y un bulto en su mano derecha, se acerca a mi ventana, pidiendome que la baje. Se quien es, se por que le envian, se por que hara eso, se por que me matara, pero aun tengo una posibilidad si no se da cuenta y mantengo la sonrisa.
-¿Que desea?- dijo al bajarla, cuando vio el cañon de la pistola apuntandome, solo sonrió y nego -hazlo ahora, tenias que haberlo echo antes de que te viera la cara.
Es lo unico que dijo antes de que sus ojos brillaran un segundo y se lleve la mano a la cabeza, mientras le sangra la nariz, cae al suelo y no respira. Arrancó el coche y se alejo por la calle hacia las colinas, acelerando a medida que salgo de la ciudad, una mala curva y el coche cae de nuevo al precipicio, un par de vueltas de campana y estalla. En la carretera solo quedaba un cadaver que desapareceria como aparecio, sin dejar rastro, asi trabajaban en la Organizacion.
Primera plana en el periodico, un misterioso accidente y un cadaver calcinado una mujer. Pasos en el pasillo del hospital y golpeando en una puerta con los nudillos con suavidad. Con gafas de sol y con el pelo recogido en una trenza, vestida con ropa sencilla, zapatillas de deportes y chaqueta vaquera.
.-Hola, tengo un problema y creo que me vas a tener que ayudar Peter. No se quien soy, solo se que Jane era un nombre que me gustaba, puedes seguir llamandome igual, por que no existo.
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